12 julio 2009

idafe, el ídolo de piedra de los awara

Idafe, el centinela, forma parte de un paisaje consagrado. Vigila la principal entrada, desague natural de la gran depresión de Acero o Caldera de Taburiente, fortaleza natural semicircular de unos 9 km de diámetro, un perímetro de 28 km y unos desniveles de casi 2.000 m.
La silueta de Idafe se asemeja a una forma humana. Por eso debe ser alimentado simbólicamente para que siga en su puesto y no muera, lo cual desencadenaría la ruptura de la armonía de la naturaleza y la desaparición de la propia comunidad

"Tenían tanto temor a que se cayese y los matase que acordaron que todos los animales que matasen para comer, le diesen a Idafe las asaduras. Iban en procesión cantando hasta llegar a sus cercanías, diciendo: Y iguida y iguan Idafe, “dice que caerá Idafe”, y respondía otro: Que guerte yguan taro, “dale lo que traes y no caerá”. Después de arrojar al suelo las asaduras se marchaban" (Abreu Galindo, escribió a finales del siglo XVI).
El hombre ancestral no sólo hace imágenes verbales, sino también imágenes figuradas. Implora a las “estatuas” para que los proteja y le llevan ofrendas producto de un libación. La imploración y el sacrificio están plenos de sentido simbólico, mientras Idafe conserva su significado. La creencia se ciega, se aferra al monolito y hace de ella un mito.

1 comentario:

Nostromo dijo...

Los hombres atribuyen espíritu a las cosas e imploran su protección. Bonito mito este que nos cuentas.