27 marzo 2007

El Derecho a heredar nuestro Cielo.


El Derecho a heredar nuestro Cielo.
El marcador astronómico del Llano de Las Lajitas (Garafía)

(Área temática: El recuerdo de las civilizaciones)
StartLight2007
Nuestro primer trabajo, pionero en este campo de la ciencia que relaciona la arqueología con la astronomía, se realizó en las mismas faldas de la mole más alta de la Isla (Roque de Los Muchachos), sobre un terraplén de suave pendiente donde se encuentra el conjunto cultual prehistórico del Llano de Las Lajitas. Este lugar situado a 2.180 m de altitud fue el elegido por los awara (antiguos pobladores de la isla de La Palma) para construir 19 sólidos montículos de piedra de grandes lajas fuertemente hincadas en el terreno, formando un perímetro circular –algunos con más de 3 m de diámetro- relleno de rocas de diferentes formas y tamaños, de alturas inferiores a 1 m, con predominio de lajas y cascajos, acompañados de símbolos geométricos grabados sobre la roca que hacen de este espacio un yacimiento arqueológico único, un verdadero monumento ligado a la observación de los astros. Para el pensamiento antiguo, un pilar del cosmos.
Desde este espacio sagrado se puede observar cada año, durante el solsticio de invierno, como el sol asoma justo por detrás de la mole del Roque de Los Muchachos. Asimismo, a unos 600 ó 700 m hacia el Este, se construyeron cuatro amontonamientos de piedra -alineados con el Roque de Los Muchachos- para indicar la llegada del solsticio de verano, configurando un marcador astronómico.
La siguiente pregunta es ¿Por qué 19 amontonamientos? La observación de la primera luna llena después del solsticio de verano puede tener la respuesta. Las distintas lunaciones anuales durante su ciclo de 18,6 años, van dibujando un arco en torno a la emblemática montaña. Por eso, la hipótesis que cobra más sentido actualmente es la relación entre los 19 amontonamientos y las 19 lunas que completan el ciclo.
Para nuestros estudios utilizamos programas informáticos que simulan el cielo en cualquier época del año, tales como el Cartes du Ciel, Starry Night o The Sky. Tomamos datos de azimut, medida horizontal desde el Norte con una brújula, y altura, desde la línea vertical respecto al horizonte con un clinómetro, ambas mediciones en grados. También es importante nuestra posición exacta sobre la Tierra, para lo cual utilizamos un GPS.
Al introducir todos estos datos en el programa obteníamos una imagen casi real de lo que sería el horizonte que nos rodeaba. Si a esto añadimos la fecha que queremos estudiar, la sorpresa puede llegar a ser mayúscula… y así nos sucedió. Éramos capaces de observar lo que los antiguos awara veían. Por supuesto, hay pequeños errores de precesión, debido al movimiento de balanceo del eje de rotación terrestre, pero estos son inapreciables.
Queremos entender lo que sucedió hace miles de años… es nuestro sueño, el sueño de Iruene La Palma.